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Inspirado por este texto, que probablemente esté a su vez inspirado por esta entrevista a Richard Stallman, en un ejercicio del taller de escritura creativa de Udondo Gaztetxea, escribí lo siguiente. El tipo de ejercicio se llamaba “escritura dramática”, es decir, teatro.
1ª escena (Despacho del alcalde)
Alcalde: Pase.
Panadero: Buenos días señor alcalde.
Alcalde: Pancracio, ¿a qué se debe su visita? Le veo muy alterado.
Panadero: Verá señor alcalde, ¡hoy ha pasado algo realmente horroroso!
[El alcalde se levanta y va junto al panadero.]
Panadero: Es algo monstruoso… No se lo va a creer.
Alcalde: Vamos Pancracio, sabe que puede confiar en mi.
Panadero: Ha sido Juan, el mecánico. Esta mañana vino a la panadería con una máquina que acababa de inventar. ¡Algo terrorífico!
Alcalde: Dios mío, ¿qué ha hecho esta vez ese jubilado loco?
Panadero: Pues una locura señor alcalde, una locura. Ha inventado una máquina duplicadora de panes.
[Se hace un silencio durante unos segundos]
Alcalde: ¿Y eso qué es?
Panadero: Verá, es una pequeña máquina que se conecta a cualquier enchufe. Se introduce una barra de pan por un extremo y salen dos barras exactamente iguales por el otro. ¡Es mi ruina!
Alcalde: ¿Pero entonces no hace falta ni harina, ni horno, ni nada?
Panadero: Exacto. ¡Ni panadero! Y el inconsciente del jubilado me lo ha traido como si fuese un regalo. Pero vamos a ver: si con esa máquina se puede abastecer de pan a todo el pueblo sin ningún esfuerzo, me iré a la ruina. ¿Quien va pagar por mi pan si lo puede conseguir gratis?
Alcalde: Vaya, esto es un tema serio…
[El señor alcalde se sienta en su silla y pulsa el interfono.
Alcalde: Marisa, venga por favor.
Secretaria: Ahora mismo señor.
[La secretaria entra por la puerta.]
Alcalde: Marisa, vaya a buscar a Juan Ochoa. Dígale que estamos Don Pancracio y yo esperándole en el ayuntamiento. Dígale que es muy urgente y que venga inmediatamente.
Secretaria: Sí señor alcalde.
Alcalde: Dígale que es por ese terrible invento suyo: la máquina duplicadora de panes.
Secretaria: ¿La máquina duplicadora de panes?
Alcalde: Vamos Marisa. Sé que siempre escucha por el interfono. Venga, vaya. ¡Corra!
[Ella sonríe y sale corriendo del despacho.]
2ª escena (Despacho del alcalde)
[La secretaria y el jubilado entran en el despacho. La secretaria se queda junto a la puerta. El alcalde se coloca entre el jubilado y el panadero.]
Alcalde: Vamos a ver. Tenemos que arreglar este asunto cuanto antes. Además, luego tengo una comida muy importante en el restaurante de la Plaza Mayor con los comerciantes de la mancomunidad.
Jubilado: Señor alcalde. He inventado una máquina maravillosa. Y quería regalársela a Pancracio.
Alcalde: Sí, estoy al corriente. El panadero y yo hemos estado hablando un buen rato y soy consciente de lo que su máquina implica.
Jubilado: Señor alcalde, yo…
Panadero: Cállese señor Ochoa. ¿Acaso no se da usted cuenta de la gravedad del asunto? Por su culpa mi trabajo está en peligro. ¿No tiene más duplicadoras de panes verdad?
Jubilado: No. Pero estoy terminando otra duplicadora. Lo que ocurre es que esta duplicadora no es de panes, sino de las propias duplicadoras de panes.
[El jubilado sonríe satisfecho y el panadero se le echa encima. El alcalde los separa.]
Alcalde: Señores. Compórtense.
Panadero: ¡Está loco! No sólo quiere dejarme sin trabajo a mi, sino a todos los panaderos del mundo. ¿Y después de la duplicadora de panes y de la duplicadora de duplicadoras que vendrá?
Jubilado: La duplicadora universal. Una máquina capaz de duplicar cualquier objeto, incluso a si misma.
[El panadero se sienta y se pone a llorar. La secretaria se acerca a consolarle.]
Alcalde: Tranquilícense por favor. Esto es un asunto muy serio. Esto es un asunto muy serio.
[El alcalde se queda quieto y repite la misma frase una vez más, mientras se deja caer sobre su asiento.]
Alcalde: Esto es un asunto muy serio…
Jubilado: ¿No se dan cuenta? Con la duplicadora nadie volverá a pasar hambre. A nadie le volverá a faltar de nada.
Alcalde: No. El que no se da cuenta es usted. ¿Qué pasará con nuestro pueblo? Primero se quedará sin trabajo el panadero, luego el frutero, luego el herrero… y así todos. ¿Quién irá a la taberna si con una botella puede sacar tanto vino como para vivir el resto de su vida borracho? El pueblo se derrumbaría.
Secretaria: ¡Dios mío! El mundo entero se colapsaría.
Jubilado: Por favor, escúchenme. La máquina que voy a construir es fabulosa. La escasez de medios materiales pasará a la historia. Y los primeros beneficiados seremos nosotros, todo el pueblo. Y después la toda la humanidad.
Panadero: Está usted loco. ¡Maldito jubilado chiflado!
Alcalde: Usted es peligroso. Por culpa de sus ideales radicales y de su ingenuidad, quiere poner en peligro a toda la sociedad.
Jubilado: Marisa, ¿a usted no le parece que la máquina duplicadora universal es una aportación histórica?
Secretaria: No sé señor Ochoa… Sólo sé que esto me da miedo, mucho miedo…
Jubilado: Por favor, tienen que comprenderlo.
Alcalde: Está bien. Ya sé lo que vamos a hacer. Don Pancracio, el ayuntamiento le compra a usted esa máquina infernal y aquí no ha pasado nada. El tema queda zanjado.
Jubilado: ¡Me niego!
Panadero: No sea usted egoista, ¿es que quiere más dinero?
Jubilado: No es por dinero. Este invento no debe acabar en el sótano del ayuntamiento. Lo tiene que conocer todo el mundo. Será un punto de inflexión en la historia de la Humanidad. Todo va a cambiar.
Panadero: ¡Basta! ¡Cállese! Lo que va a lograr es arruinar a toda la humanidad.
Jubilado: No, no me callaré. Mañana mismo construiré la máquina duplicadora universal. Y la duplicaré y la duplicaré y …
¡PUN!
[El alcalde ha sacado una pistola de su escritorio mientras el panadero y el jubilado discutían. Se ha puesto detrás de Juan Ochoa y lo ha matado con un tiro en la cabeza.]
Alcalde: No he tenido más remedio que hacerlo.
Modificación (17/09/2009): Gracias a Julen Iturbe he sabido de esta pequeña utilidad que genera nubes de tags a partir de textos y se me ha ocurrido ponerle una especie de carátula a este artículo
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